viernes, 12 de noviembre de 2010

Mensaje de Benedicto para ti que eres Joven


Un mensaje para los jóvenesA nosotros, nos toca hoy seguir el ejemplo de los apóstoles, conociendo al Señor cada día más y dando un testimonio claro y valiente de su Evangelio. No hay mayor tesoro que podamos ofrecer a nuestros contemporáneos. Para los discípulos que quieren seguir e imitar a Cristo, el servir a los hermanos ya no es una mera opción, sino parte esencial de su ser. Un servicio que no se mide por los criterios mundanos de lo inmediato, lo material y vistoso, sino porque hace presente el amor de Dios a todos los hombres y en todas sus dimensiones, y da testimonio de Él, incluso con los gestos más sencillos. Al proponer este nuevo modo de relacionarse en la comunidad, basado en la lógica del amor y del servicio. Y quisiera que este mensaje llegara sobre todo a los jóvenes: precisamente a vosotros, este contenido esencial del Evangelio os indica la vía para que, renunciando a un modo de pensar egoísta, de cortos alcances, como tantas veces os proponen, y asumiendo el de Jesús, podáis realizaros plenamente y ser semilla de esperanza.

domingo, 22 de agosto de 2010

VAMOS ES HORA DE UNA RESPUESTA?...

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus Amigos

sábado, 21 de agosto de 2010

Para ti que eres Joven

Hola te invitamos animarte a pertenecer a nuestro nuevo grupo de Jóvenes en Busca de Dios tu puedes ser una de ellas....Escribenos a: pastoralvocacionalcarmelita@hotmail.com
Hay muchos Jóvenes que desean ser verdaderos amigos de Dios.
Ven unte a nosotros ya muchas jóvenes se han unido.

Jóvenes Jesús os mira con Amor

Jesús le miró y le amó
En el relato evangélico, san Marcos subraya cómo “Jesús, fijando en él su mirada, le amó” (cfr Mc 10,21). En la mirada del Señor está el corazón de este especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. De hecho el cristianismo no es en primer lugar una moral, sino experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, jóvenes o viejos, pobres o ricos; nos ama también cuando le damos la espalda.Comentando la escena, el papa Juan Pablo II añadía, dirigido a vosotros jóvenes: “¡Os auguro que experimentéis una mirada así! ¡Os auguro que experimentéis la verdad de que él, el Cristo, os mira con amor!" (Carta a los jóvenes, n. 7). Un amor, manifestado en la Cruz de manera tan plena y total, que hace escribir a san Pablo con estupor: “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20). "La conciencia de que el Padre nos ha amado desde siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre – escribe aún el papa Juan Pablo II

se convierte en un punto firme de apoyo para toda nuestra existencia humana" (Carta a los jóvenes, n. 7), y nos permite superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, el desánimo.En este amor se encuentra la fuente de toda la vida cristiana y la razón fundamental de la evangelización: ¡si verdaderamente hemos encontrado a Jesús no podemos menos que dar testimonio de él a todos aquellos que aún no han cruzado la mirada con él!

jueves, 19 de agosto de 2010

Jóvenes,la Iglesia OS NECESITA

Quien vive hoy la condición juvenil tiene que afrontar muchos problemas derivados de la desocupación, de la falta de referencias ideales seguras y de perspectivas concretas para el futuro. Entonces se puede tener la impresión de ser impotentes ante las crisis y a sus consecuencias actuales.
¡A pesar de las dificultades, no os dejéis desanimar y no renunciéis a vuestros sueños! Cultivad en cambio en el corazón deseos grandes de fraternidad, de justicia y de paz.
El futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza. ¡Si queréis, el futuro está en vuestras manos, porque los dones y las riquezas que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de vosotros, plasmados por el encuentro con Cristo, pueden traer auténtica esperanza al mundo! Es la fe en su amor la que, haciéndoos fuertes y generosos, os darás el valor de afrontar con serenidad el camino de la vida y a asumir responsabilidades familiares y profesionales. Empeñaos en construir vuestro futuro a través de itinerarios serios de formación personal y de estudio, para servir de modo competente y generoso al bien común.En mi reciente Carta encíclica sobre el desarrollo humano integral, Caritas in veritate, he enumerado algunos grandes desafíos actuales, que son urgentes y esenciales para la vida en este mundo: el uso de los recursos de la tierra y el respeto de la ecología, la justa división de los bienes y el control de los mecanismos financieros, la solidaridad con los países pobres en el ámbito de la familia humana, la lucha contra el hambre en el mundo, la promoción de la dignidad del trabajo humano, el servicio a la cultura de la vida, la construcción de la paz entre los pueblos, el dialogo interreligioso, el buen uso de los medios de comunicación social.Son desafíos a los que estáis llamados a responder para construir un mundo más justo y fraterno. Son desafíos que requieren un proyecto de visa exigente y apasionante, en el que poner toda vuestra riqueza según el designio que Dios tiene sobre cada uno de vosotros. No se trata de realizar gestos heroicos ni extraordinarios, sino de actuar haciendo fructificar los propios talentos y las propias responsabilidades, empeñándose en progresar constantemente en la fe y en el amor.En este Año Sacerdotal, os invito a conocer la vida de los santos, en particular la de los santos sacerdotes. Veréis que Dios les guió y que encontraron su camino día a día, precisamente en la fe, en la esperanza y en el amor. Cristo llama a cada uno de vosotros a comprometeros con Él y a asumir las propias responsabilidades para construir la civilización del amor. Si seguís su Palabra, también vuestro camino se iluminará y os conducirá a metas altas, que dan alegría y sentido pleno a la vida.

Que la Virgen María, Madre de la Iglesia, os acompañe con su protección. Os aseguro mi recuerdo en la oración y os bendigo con gran afecto.

Benedicto XVI

miércoles, 18 de agosto de 2010

VEN Y SIGUEME....

Se ponía ya [Jesús] en camino cuando uno corrió a su encuentro y arrodillándose ante él, le preguntó: "Maestro bueno, ¿ qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no levantes falso testimonio, no seas injusto, honra a tu padre y a tu madre." El, entonces, le dijo: "Maestro, todo eso lo he guardado desde mi juventud." Jesús, fijando en él su mirada, le amó y le dijo: "Una cosa te falta: anda, cuanto tienes véndelo y dáselo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; luego, ven y sígueme." Pero él, abatido por estas palabras, se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes. (Mc 10, 17-22).Este relato expresa de manera eficaz la gran atención de Jesús hacia los jóvenes, hacia vosotros, hacia vuestras expectativas, vuestras esperanzas, y muestra qué grande es su deseo de encontraros personalmente y de abrir un diálogo con cada uno de vosotros. Cristo, de hecho, interrumpe su camino para responder a la pregunta de su interlocutor, manifestando plena disponibilidad hacia ese joven, que estaba movido por un ardiente deseo de hablar con el “Maestro bueno”, para aprender de Él a recorrer el camino de la vida. Con este pasaje evangélico, mi Predecesor quería exhortar a cada uno de vosotros a “desarrollar su propio coloquio con Cristo – un coloquio que es de fundamental importancia y esencial para un joven" (Carta a los jóvenes, n. 2).2. Jesús le miró y le amóEn el relato evangélico, san Marcos subraya cómo “Jesús, fijando en él su mirada, le amó” (cfr Mc 10,21). En la mirada del Señor está el corazón de este especialísimo encuentro y de toda la experiencia cristiana. De hecho el cristianismo no es en primer lugar una moral, sino experiencia de Jesucristo, que nos ama personalmente, jóvenes o viejos, pobres o ricos; nos ama también cuando le damos la espalda.Comentando la escena, el papa Juan Pablo II añadía, dirigido a vosotros jóvenes: “¡Os auguro que experimentéis una mirada así! ¡Os auguro que experimentéis la verdad de que él, el Cristo, os mira con amor!" (Carta a los jóvenes, n. 7).
Un amor, manifestado en la Cruz de manera tan plena y total, que hace escribir a san Pablo con estupor: “me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gal 2,20).

"La conciencia de que el Padre nos ha amado desde siempre en su Hijo, de que Cristo ama a cada uno y siempre – escribe aún el papa Juan Pablo II – se convierte en un punto firme de apoyo para toda nuestra existencia humana" (Carta a los jóvenes, n. 7), y nos permite superar todas las pruebas: el descubrimiento de nuestros pecados, el sufrimiento, el desánimo.En este amor se encuentra la fuente de toda la vida cristiana y la razón fundamental de la evangelización: ¡si verdaderamente hemos encontrado a Jesús no podemos menos que dar testimonio de él a todos aquellos que aún no han cruzado la mirada con él!

sábado, 10 de abril de 2010

Cristo no quita nada El lo da Todo


Se trata del pasaje sacado de los Hechos de los Apóstoles, libro que algunos llaman muy justamente el Evangelio del Espíritu Santo: "Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para ser mis testigos" (Hechos 1,8). El Señor os lo dice a vosotros ahora. Sidney hizo redescubrir a muchos jóvenes la importancia del Espíritu Santo, en nuestra vida, en la vida del cristiano. El Espíritu nos pone en contacto íntimo con Dios, en quien se encuentra la fuente de toda auténtica riqueza humana. Todos buscáis amar y ser amados. Tenéis que volver a Dios para aprender a amar y para tener la fuerza de amar. El Espíritu, que es Amor, puede abrir vuestros corazones para recibir el don del amor auténtico. ¡Todos buscáis la verdad y queréis vivirla, vivir realmente!. Cristo es esta verdad. Él es el único Camino, la única Verdad y la verdadera Vida. Seguir a Cristo significa realmente "remar mar a dentro", como dicen varias veces los Salmos. El camino de la Verdad es uno y al mismo tiempo múltiple, según los diversos carismas, como la Verdad es una y al mismo tiempo de una riqueza inagotable. Confiad en el Espíritu Santo para descubrir a Cristo. El Espíritu es el guía necesario de la oración, el alma de nuestra esperanza y el manantial de la genuina alegría.Para ahondar en estas verdades de fe, os invito a meditar en la grandeza del sacramento de la Confirmación que habéis recibido y que os introduce en una vida de fe adulta. Es urgente comprender cada vez mejor este sacramento para comprobar la calidad y la hondura de vuestra fe y para robustecerla. El Espíritu Santo os acerca al misterio de Dios y os hace comprender quién es Dios. Os invita a ver en el prójimo al hermano que Dios os ha dado para vivir en comunión con él, humana y espiritualmente, para vivir, por tanto, como Iglesia. Al revelaros quién es Cristo muerto y resucitado por nosotros, nos impulsa a dar testimonio de Él. Estáis en la edad de la generosidad. Es urgente hablar de Cristo a vuestro alrededor, a vuestras familias y amigos, en vuestros lugares de estudio, de trabajo o de ocio. No tengáis miedo. Tened "la valentía de vivir el Evangelio y la audacia de proclamarlo" (Mensaje a los jóvenes del mundo, 20 de julio de 2007).

Os aliento, pues, a tener las palabras justas para anunciar a Dios a vuestro alrededor, respaldando vuestro testimonio con la fuerza del Espíritu suplicada en la plegaria. Llevad la Buena Noticia a los jóvenes de vuestra edad y también a los otros.

Ellos conocen las turbulencias de la afectividad, la preocupación y la incertidumbre con respecto al trabajo y a los estudios. Afrontan sufrimientos y tienen experiencia de alegrías únicas. Dad testimonio de Dios, porque, en cuanto jóvenes, formáis parte plenamente de la comunidad católica en virtud de vuestro Bautismo y por la común profesión de fe (cf. Ef 4,5). Quiero deciros que la Iglesia confía en vosotros.

domingo, 28 de marzo de 2010

Domingo de Ramos

La Semana Santa es ocasión propicia para tomar conciencia que Dios es lo más importante y trascendental de nuestra vida concreta y de que Dios tiene un nombre y un rostro: Jesús de Nazaret, quien hoy viene a nosotros como nuestro Rey montado en lomos de un burrito prestado. Por Él tenemos acceso al Padre. Por ello dejémonos guiar por Jesús para aprender el modo correcto de ser hombres y llegar al Reino de los Cielos. Sin Cristo Rey no hay camino y sin camino no hay verdad ni vida. Pongamos a los pies del Señor nuestras vidas mismas y no sólo ramos de olivo, vestiduras o palmas y proclamemos a voz en grito: “Bendito el que viene como rey en nombre de Señor” (Lc 19, 39). Sólo así encontraremos la vida verdadera que podremos comunicar a la sociedad y al mundo de hoy.
El Amor no es amadoPor el evangelista San Lucas sabemos que al inicio de la Última Cena, Jesús pronunció las siguientes palabras: “Ardientemente he deseado comer esta Pascua con ustedes antes de padecer” (Lc 22, 15). A lo largo de los tres años de su ministerio público, el Señor Jesús ha esperado con ansia el momento de entregarse totalmente por amor a nosotros para convertirse para siempre en nuestro don de salvación. Ahora bien: ¿Cuál es nuestra respuesta al anhelo de Jesús? Es decir: ¿Cuál es nuestra respuesta a su amor por nosotros que llega hasta el extremo de la Cruz? Seamos honestos: frecuentemente una gran indiferencia y un inmenso desdén interiores.
Peor aún, en esta Semana Santa algunos como Judas lo traicionarán y lo venderán cambiándolo por cualquier cosa. Otros como Caifás y sus secuaces lo odiarán y querrán nuevamente acabar con Él buscando acallar la voz de Su Iglesia, negándole el derecho que a Ella le asiste de hacerse presente en la vida pública y de iluminar con la luz del Evangelio la realidad social. Algunos como el cobarde y el pusilánime de Pilatos no tendrán el valor de ponerse de su lado y defenderlo sabiendo que Él es inocente, y más aún, el Camino, la Verdad y la Vida, y así se dejarán vencer por la presión de la mayoría y por el temor al qué dirán. Otros como Herodes vivirán frívolamente estos días santos en medio de mundana diversión y del pecado.
Cuán verdadera y vigente es aún para nuestros tiempos la conocida expresión de San Francisco de Asís: “el Amor no es amado”. Hagamos de esta Semana Santa una ocasión preciosa para crecer en el amor al Señor Jesús, y reconocer en Cristo el verdadero rostro de Dios, para adorarlo, amarlo y servirlo con entrega total, concientes que de ello depende nuestra felicidad y salvación.
Mirar la Cruz y en ella al CrucificadoEn estos días santos detengámonos a rezar ante el Crucifijo, con la mirada puesta en el costado traspasado del Señor. Quien lo hace sinceramente, no puede menos que experimentar en su interior la alegría de saberse amado y el deseo de amar y de ser instrumento de misericordia y reconciliación.
“La Cruz es la inclinación más profunda de la divinidad hacia el hombre, un toque de amor eterno sobre las heridas más dolorosas de la existencia terrena”(2). Por el misterio de la Cruz, el Señor Jesús se ha inclinado ante nuestros sucios pies, ante la inmundicia de nuestros pecados y nos ha lavado y purificado con su amor excelso.
Dejémonos tocar por su Amor crucificado para así ser hombres y mujeres nuevos y santos. No importa cuán lejos nos hayamos ido de su presencia o cuán profundo hayamos caído, su amor es más grande que todos nuestros pecados y su misericordia es capaz de perdonarlo y renovarlo todo. Si a través de un arrepentimiento sincero y por medio de la confesión sacramental, propia de estos días santos, nos dejamos introducir en su Amor, quedaremos lavados y nuestras vidas transformadas con un horizonte de total esperanza. Recordemos lo acontecido a San Dimas, el buen ladrón crucificado con Jesús, de tanta devoción entre nosotros. A Dimas le bastó un solo movimiento de puro amor para que toda una vida criminal le fuera perdonada.
Como Dimas, ¿Haremos de la Semana Santa una ocasión preciosa, quién sabe la última de nuestra vida, para que a través del sacramento de la reconciliación pidamos sincero perdón por nuestros pecados y así nos ganemos el cielo?
“Y resucitó al tercer día, según las escrituras” “Cristo ha resucitado”. La resurrección de Cristo es el fundamento de la fe cristiana que confesamos con la Iglesia en palabras que se remontan hasta la comunidad originaria de Jerusalén, hasta la predicación del mismo Jesús y que hunde sus raíces en el Antiguo Testamento. ¿Qué sucedería si la Resurrección de Jesús no hubiera tenido lugar? Significaría que Jesús sería un muerto más, que su historia hubiera terminado el Viernes Santo. Jesús sería alguien que alguna vez fue. Significaría que Dios no quiere o no puede intervenir en la historia para liberarnos del mal y quitar el peso del poder de la muerte de nuestras vidas.
Pero no, “Cristo en verdad ha resucitado y se ha aparecido a Simón” (Lc 24, 34), como atestigua el Evangelio, y por tanto el Amor que es Dios, manifestado en Cristo Jesús, es real, existe y nos salva, y ha vencido al pecado y a su fruto más amargo: la muerte.
En el día santo de Pascua no hay lugar para la tristeza o la desesperanza. Nuestras vidas y nuestro mundo, por más dificultades que podamos encontrar en ellos, tienen esperanza, futuro y porvenir en Cristo. Más aún, la Pascua nos recuerda que este mundo no está cerrado en sí mismo sino abierto a la trascendencia, a Dios-Amor, Uno y Trino, y que un día con la última y definitiva venida de Cristo resucitado y glorificado, podremos pasar de la celebración del misterio de esta Pascua a la Pascua que no acaba donde nacerán los “cielos nuevos y la tierra nueva” (ver Ap 21, 1).

Mons José Antonio Eguren

viernes, 19 de marzo de 2010

Carmelitas Descalza de Serra- Valencia

Ven y lo veras....Jovenes de hoy la Iglesia os necesita....te esperamos

domingo, 21 de febrero de 2010

TE ESTOY LLAMANDO ME ABRES LA PUERTAS CARMELITAS DESCALZAS


"De nada sirve decir que hemos nacido dos mil años tarde para dar alojamiento a Cristo (...)Cristo está siempre con nosotros, pidiendo alojamiento en nuestros corazones.

Pero ahora lo hace con la voz de nuestros contemporáneos, con los ojos de las cajeras de las tiendas, trabajadores de fábrica, habitantes de barrios marginados y amas de casa.

Él camina con los pies de los soldados y vagabundos, y anhela refugio con el coracón de cualquier necesitado. Darle alojamiento o de comer a cualquiera que lo pida o necesite, es dárselo a Cristo".

Dorothy Day

sábado, 13 de febrero de 2010

¿Cuál fue el secreto de mi vocación?....

“La caridad me dio la clave de mi vocación.
Comprendí que si la iglesia tenía un cuerpo compuesto de diferentes miembros, no le faltaría el más necesario, el más noble de todos, comprendí que la Iglesia tenía un corazón y que este corazón estaba ardiendo de amor.
Comprendí que sólo el amor era el que ponía en movimiento a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegara apagarse, los apóstoles no anunciarían, los mártires se negarían a derramar su sangre...Comprendí que el amor encerraba todas la vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempo y todos los lugares...
En una palabra ¡que el amor es eterno!
Entonces en el exceso de mi alegría delirante exclame: ¡Oh, Jesús, amor mío!... por fin, he hallado mi vocación: ¡mi vocación es el amor!¡Si, he encontrado mi puesto en la Iglesia y este puesto, oh Dios mío, me lo habéis dado vos...en el corazón de la Iglesia mi madre, yo seré el amor...así lo seré todo...así se realizará mi sueño.”.
(Teresa de Lisieux, Historia de un alma.)

martes, 26 de enero de 2010

Oremos con san Juan de la Cruz


«Por eso el que está enamorado se dice tener el corazón robado o arrobado de aquel a quien ama, porque le tiene fuera de sí, puesto en la cosa amada; y así no tiene corazón para sí, sino para aquello que ama. De aquí podrá bien conocer el alma si ama a Dios puramente o no; porque, si le ama, no tendrá corazón para sí propio ni para mirar su gusto y provecho, sino para honra y gloria de Dios y darle a él gusto, porque cuanto más tiene corazón para sí, menos le tiene para Dios.» (Juan de la Cruz, Cántico Espiritual 9,5)

miércoles, 20 de enero de 2010

Teresa nos enseña y nos da consejo para no dejar la Oración


"Pasaba una vida trabajosísima, porque en la oración entendía más mis faltas. Por una parte me llamaba Dios; por otra yo seguía el mundo. Dábanme gran contento todas las cosas de Dios; teníame atada las del mundo. Parece que quería concertar estos dos contrarios -tan enemigo uno de otro- como es vida espiritual y contentos y gustos y pasatiempos sensuales. En la oración pasaba gran trabajo, porque no andaba el espíritu señor sino esclavo; y así no me podía encerrar dentro de mí (que era todo el modo de proceder que llevaba en la oración) sin encerrar conmigo mil vanidades.Pasé así muchos años, que ahora me espanto qué sujeto bastó a sufrir que no dejase lo uno o lo otro. Bien sé que dejar la oración no era ya en mi mano, porque me tenía con las suyas el que me quería para hacerme mayores mercedes.

¡ Oh, válgame Dios, si hubiera de decir las ocasiones que en estos años Dios me quitaba, y cómo me tornaba yo a meter en ellas, y de los peligros de perder del todo el crédito que me libró! Yo a hacer obras para descubrir la que era, y el Señor encubrir los males y descubrir alguna pequeña virtud, si tenía, y hacerla grande en los ojos de todos, de manera que siempre me tenían en mucho.¡ Oh, Señor de mi alma!¡ Cómo podré encarecer las mercedes que en estos años me hicisteis! ¡ Y cómo en el tiempo que yo más os ofendía, en breve me disponíais con un grandisímo arrepentimiento para que gustase de vuestros regalos y mercedes!....Con grandes regalos castigábais mis delitos".